Un queso para cada comida, te contamos cómo acertar siempre

Si la elección de un vino para según qué tipo de plato os parecía complicado, agarraros porque vienen curvas.

Hoy, como expertos en la elaboración de quesos, desde Cabesota queríamos hacer de este alimento el protagonista de nuestra cocina, pero ¿cómo elegir el tipo de queso que acompaña mejor a nuestros platos? Después de todo, existen más de 2.000 quesos por lo que puede que no resulte tan fácil como parece. Pero no os preocupéis, hoy os daremos todas las nociones que necesitáis para acertar siempre.

Y es que, puede que os hayáis propuesto hacer una receta y, suelen especificar el tipo de queso que llevan, no siempre puede resultar la opción más acertada. Cuando aprendáis las nociones básicas respecto a olores, sabores y consistencias que casan mejor con las comidas, sabréis qué tipo de queso puede acompañar, o no, cada tipo de plato. Vamos allá:

queso segun comida

Ensaladas

En el caso de las ensaladas, los quesos frescos de textura blanda, como el de Burgos, la mozzarella fresca o el queso feta, resultan ideales por su sabor suave y consistencia baja, así como los tiernos y de textura cremosa. Por ejemplo, nadie puede resistirse a una ensalada a base de tomate, mozzarella, ajo y albahaca, muy típica en Italia.

Otra buena opción son los quesos en un punto intermedio de curación, cortados en taquitos y combinados con distintos tipos de fruta, como melocotón o la naranja.

También podéis apostar por el queso edam, pues su textura suave lo hace ideal para servir acompañado de diversos frutos secos, así como el rulo de queso de cabra.

Y luego hay opciones más arriesgadas, pero que están deliciosas. Por ejemplo, el queso azul queda delicioso en una ensalada a base de brotes verdes, nueces y pera, con una vinagreta de aceite de oliva, vinagre de jerez, mermelada de pera, el zumo de uno o dos limones y, cómo no, sal al gusto.

Pasta

Con la pasta casan bien los quesos con un contenido graso elevado, de consistencia semidura o dura. Entre los quesos que más se suelen usar con este fin tenemos los quesos de cabra curados, los quesos manchegos curados y, cómo no, el Parmigiano-Reggiano y el Grana Padano, ambos elaborados con leche cruda de vaca y de consistencia granulada. Eso sí, procurad rallarlos justo antes de comer, ya que si lo hacemos mucho antes perderían gran parte de su aroma.

Sin embargo, también podemos integrarlos en la receta de otras formas. Si recordáis, hace algunas semanas vimos 3 deliciosas recetas de pasta cuyo ingrediente estrella era el queso. Así pues, apostar por el queso en la pasta es un acierto más que asegurado.

Gratinados

Sin duda, el queso estrella a la hora de preparar un gratinado es la mozzarella semicurada, normalmente presente en la pizza o en las recetas de pasta que llevan una fina capa de queso fundido por encima.

El queso parmesano rallado resulta otra opción bastante interesante, así como el queso brie y el Camembert, que ligan muy bien en gratinados sobre carne, coliflor cocida o patatas. En la mayor parte de los casos, basta con hacer uso del grill, a unos 10 centímetros de distancia, para que el queso se gratine perfectamente.

El rulo de queso de cabra, por ejemplo, también suele gratinarse ligeramente en ciertas recetas. Por ejemplo, una receta sencilla que encandilará a vuestros comensales son los tomates al horno con queso de cabra, especiados con un chorreón de aceite de oliva, albahaca y pimienta.

Carnes

Para los amantes de los quesos fuertes, de aromas muy penetrantes, la lista de quesos que se pueden combinar con las elaboraciones cárnicas es muy exazutensa. Quizá los quesos estrella sean el cabrales o el roquefort, pero no debemos olvidar que existen opciones como el gamonedo, el azul de Valdeón o el picón Bejes-Tresviso.

Por el contrario, para los que prefieren quesos con un sabor menos pronunciado, podemos optar por un queso brie o un Camembert.

Salsas

A la hora de cocinar, salvo excepciones específicas y porque la receta lo exija, emplearemos quesos semicurados y cremosos, puesto que su contenido en leche y grasa hace que se deshagan fácilmente al entrar en contacto con una fuente de calor, aportando a los platos su aroma y sabor.

Por ejemplo, una de las preparaciones en las que el queso no suele faltar es en los soufflés. El queso roquefort también resulta interesante para elaborar una salsa para el solomillo de cerdo, pues sus sabores casan perfectamente.

A la hora de usar quesos para elaborar una salsa, hay que tener en cuenta que suelen añadirse normalmente al final de la cocción, a fuego suave y removiendo para que se deshaga lentamente. Si no lo hacemos de este modo, corremos el riesgo de que se formen grumos y se estropee la salsa.

Fondues y rellenos

Para preparar rellenos lo mejor es optar por quesos semicurados manchegos, el gouda, el emmental o el edam. Resultan ideales porque aguantan las frituras y se deshacen lentamente en el interior de un soufflé, una quesadilla o una empanada, por ejemplo.

En el caso de la fondue, nos decantaremos por quesos muy grasos que se fundan bien, como es el caso del gruyere o el emmental. Además de ser ideales para todo tipo de rellenos, también conjugan perfectamente en sandwiches y bocadillos.

Postres y repostería

Al ser tomado como postre, la gran mayoría de quesos pueden resultar una opción ideal, independientemente de su punto de maduración. La clave reside en encontrar la armonía entre el sabor y el aroma del queso con el resto de ingredientes. Así pues, por ejemplo, una tostada con cabrales o roquefort, acompañado de mermelada de albaricoques resulta deliciosa.

En la repostería, en cambio, uno de los quesos estrella es, sin lugar a dudas, el mascarpone. De hecho, es el ingrediente estrella del tiramisú. También son muy utilizados los quesos para untar, principalmente por su versatilidad y suave textura. En el caso de mousses, flanes y cremas, tenemos el feta y el queso fresco de Burgos.