Cómo conservar el queso fresco para potenciar todas sus cualidades

Si eres un amante de los lácteos en general o del queso fresco en particular, seguro que alguna vez te has preguntado cuál es la mejor manera de conservar el queso fresco sin que se ponga en mal estado o se eche a perder rápidamente. No te preocupes, ¡tenemos la solución a ese problema!

Lo cierto es que los quesos frescos no han sido sometidos a procesos de curación, a diferencia de otros quesos como los semi curados o los quesos curados. Esto provoca que su tiempo de conservación se acorte de una forma considerable.

¿Cómo conservarlo en la nevera para que dure más tiempo?

En primer lugar, es obvio que debe estar en la nevera. El queso fresco no se puede conservar a temperatura ambiente, puesto que no duraría nada en estado comestible. Debemos guardarlo a una temperatura de unos 4ºC. Por esto, lo más recomendable sería alojarlo en la parte alta de nuestra nevera, junto con otros productos lácteos como los yogures. De esta manera, el queso se mantendrá a la temperatura perfecta para que su conservación se vea favorecida.

Otro punto importante a tener en cuenta para su correcta conservación es el envase. Lo más beneficioso para el producto sería conservarlo envuelto en papel de film o de aluminio. Otra opción acertada sería guardarlo en un recipiente que se encuentre cerrado al contacto con el aire. De esta manera el producto aguantará más tiempo comestible.

¿Cuánto dura en la nevera?

El queso fresco puede aguantar en la nevera entre 8 y 12 días aproximadamente. Sin embargo, esto depende en gran medida de la manera en la que se esté conservando, así como en la temperatura que haya dentro del frigorífico. Si está bien tapado y envuelto, puede durar hasta 12 días. Si por el contrario no lo tapamos bien, se pondrá en mal estado pronto y puede que no dure apenas tres o cuatro días.

¿Se puede congelar el queso fresco?

Lamentablemente, este delicioso producto no se puede congelar. Esto ocurre porque se ven afectados tanto su sabor como su textura y su olor. Al someterlo a un proceso de congelación, su textura evoluciona a una textura más dura y sólida. De la misma manera, una vez que lo descongelemos, no sabrá igual que antes de que esto pase. ¡Así que no te lo recomendamos!